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jueves, 29 de noviembre de 2012

COS Y ARRÒS AL FORN

Como todos los hijos únicos, tuve una infancia afortunada, si bien solitaria. Mis héroes primeros fueron, a mi imagen y semejanza, niños audaces pero sin hermanos relevantes: Tom Sawyer, Huckleberry Finn o Guillermo Brown, cuyas lecturas y fantásticas aventuras me acompañaron durante muchos años.
Pronto descubrí camadas envidiables y más numerosas en los corsarios de Salgari (los corsarios verde, rojo y negro), y más tarde los hermanos Dalton que, en su escala (creciente o decreciente según se mire), eran derrotados de forma inmisericorde por Luki Luke, incombustible hasta en el sempiterno cigarrillo que le colgaba del belfo, en aquella época en que creíamos que, como tantas otras cosas, fumar no era nocivo.
Pero la antedicha fortuna me sonrió en forma definitiva años más tarde cuando conocí a los hermanos Cos. Con Pepe compartí bancada de instituto cuando su padre, D. José, nos impartía aquellas clases inolvidables frente al soto del parque que entonces existía. De Eduardo fui pariente aventajado y destacado comensal, de Juan discípulo ávido y agradecido, de Miguel sufridor y afortunado sobreviviente, del leader Manrique, devoto seguidor. Incluso con el cuñado Paco –hoy tristemente afligido por alifafes locomotores- tuve la suerte de compartir gambas menores.

Y dirán Uds. ¿A qué viene este panegírico cosero? Pues a ello vamos:
Trajeron los Cos, desde Xativa, donde estuvo D. José destinado algunos años, la receta del “arròs al forn” que su esposa cocinaba, según es tradición, de forma extraordinaria.
Dicen que Pilar, esposa de Manrique, es depositaria directa de aquella tradición recibida de la mismísima fuente, pero eso no me consta porque los hados no han sido –por el momento- proclives a que constate su fama de cocinera, sin duda merecida.
Sí puedo aseverar –con la boca grande, como dicen en mi vecindario- que otra señora Cos –Fuensanta- hace el mejor arròs al forn que un servidor haya tenido la fortuna de catar hasta el momento.
Para muestra de ello, adjunto los testimonios gráficos que acompañan este escrito.
(Discúlpese lo borroso de la visión, el fotógrafo entre la emoción del momento y la cerveza trasegada, no hilaba muy fino)

NOTA. Para una descripción pormenorizada del exquisito plato, me remito a la más autorizada pluma de Manrique, el amado leader, al que, para ello, emplazo desde este punto.

martes, 27 de noviembre de 2012

SE ARMÓ EL BELÉN

Menos mal que “El mínimo y dulce Francisco de Asís” como lo llamo Rubén Darío[1] hace ya tiempo que no se encuentra entre nosotros porque si no, a pesar de su dulce y poco combativo carácter, hubiera cogido un cabreo de padre y muy señor mío con la noticia que más abajo les daré. Al humilde inventor de los franciscanos y de su hermoso motivo “ora et labora” (recogido de la regla de S. Benito), fue al primero que se le ocurrió organizar una representación para celebrar el nacimiento de Cristo en la nochebuena del año 1223 en una cueva próxima a la ermita de Greccio, en Italia. El fundador de los franciscanos pensó, en aquella ocasión, que no habría mejor compañía para el recién nacido que los animales propios del lugar donde la tradición y los evangelios (canónicos y apócrifos) situaban el nacimiento: un establo. Así es que organizó el belén incluyendo, a modo de representantes oficiales del bestiario que tanto amaba, a una mula (o mulo, que en esto los cronicones no se muestran demasiado explícitos) y un buey (este sí, de sexo claramente determinado e inoperante), basándose, seguramente en Is.1,3: Conoce el el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne. Luego, uno de sus seguidores, San Buenaventura, glosó el hecho en su “Legende de Santi Francisci” adornándolo de forma conveniente.

Dicen los estudiosos antropólogos que del asunto entienden, que ese tipo de representaciones con figurillas humanas y animales reunidas en escenas de la vida cotidiana, son trasunto de otras que pueden encontrarse en el principio de la civilización, desde las venus prehistóricas, las tanagras griegas y las representaciones de los dioses lares que presidian los altarcillos situados a la entrada de las casas romanas. A España nos trajo los belenes Carlos VII de Nápoles cuando pasó a ser rey de España rebajado en cuatro puntos (el cambio, ya entonces, no nos era favorable), y lo puso de moda entre los cortesanos pelotas, siempre ávidos de seguir las modas de los poderosos. Se popularizaron con el equipo inicial: el niño, los progenitores y los dos animales antedichos, mula y buey. Luego se fueron añadiendo otras figuras a medida que los recursos crecían y la imaginación se desbordaba: Reyes Magos, pastores, escenas de la época, representaciones locales según el sitio donde se montaba el belén, etc. Basta para constatar la rica imaginación de que se nutren los belenes, la visita a alguno de los muchos que en nuestra tierra, de amplia tradición en este aspecto, se organizan, donde se pueden encontrar personajes de lo más variopintos que abarcan todas la épocas, incluyendo los famosos “caganers” de nuestros primos catalanes.
Y ahora llega el papa y nos dice (no he logrado averiguar si ex-cátedra o como simple opinión), que en aquel primer establo no habían animales de genero alguno. No dudo de la capacidad del heredero de San pedro para tan riguroso aserto que puede dejar patidifusa a la cristiandad; cuando lo dice sus razones tendrá. Pero me pregunto si con los líos que tenemos por esta parte del globo, las crisis de todos los órdenes que tiene encima la Iglesia Católica, la baja estrepitosa de vocaciones, la proliferación de curas pederastas, el malestar femenino por su exclusión de las funciones religiosas relevantes, etc. no tendrá otra cosa mejor que hacer este hombre que sumirnos en el terrible dilema de si eliminamos o no de nuestras tradicionales belenes navideños a la pacifica mula (o mulo) y al paciente buey que nunca (que se sepa) se habían metido con nadie.
En menudo lio nos ha metido, santo padre.





[1]RUBÉN DARÍO, Los motivos del lobo (poema).

martes, 20 de noviembre de 2012

DIOSES CONTRA DIOSES

En el año 632 de la Era Cristiana, murió el profeta Mahoma, después de haber recibido de manos del Arcángel Gabriel el Corán en sucesivas entregas[1]. Entre otras muchas recomendaciones, le instaba a extender la palabra de Allah –y de paso los territorios ocupados por sus seguidores- por todo el mundo conocido. Los cuatro califas que le sucedieron, conocidos como “califas perfectos” (Abu Bakr, Omar, Otman y Alí), se aplicaron a la faena con tal denuedo que hacia el año 662, las tropas musulmanas habia conquistado (u ocupado) Mesopotamia, Palestina, Siria, Egipto, la Cirenaica y Tripolitania. Moawiya se rebeló contra el orden de sucesión implantado por los primeros y decidió inaugurar un sistema hereditario (cosa que, a lo largo de la historia ha sido ampliamente imitada), pero continuó el afán expansionista de los perfectos, de manera que en el 711 las tropas musulmanas estaban inaugurando el cruce del estrecho (que tantos imitadores ha tenido desde entonces) y en el 732 habían llegado hasta Tours, en aquel momento reino franco.
Y allí se produjo el frenazo, Odón de Aquitania que era el que mangoneaba el asunto por aquellas tierras, echó mano de su antiguo enemigo Carlos Martel (padre de Pipino el Breve y abuelo de Carlomagno por la misma línea), para que le parara los pies a Abderrahamen ibn Abdullah al-Gafiqui que, al frente de la moraima, habia saqueado Burdeos, entre otros descalabros de menor cuantía, llenando de terror y cadáveres la zona.
Carlos Martel salió, pues, al encuentro de Abderrahamen, los dos ejércitos se encontraron en un lugar impreciso entre Tours y Poitiers. Y allí sucedió el hecho milagroso que paso a relatarles a continuación, extractado minuciosamente de fuentes históricas por completo imaginarias:
 

Estando los dos ejércitos frente a frente, las tropas cristianas de infantería organizadas en falanges compactas y las tropas sarracenas casi todas de a caballo con lanza y espada, prestas a arremeter los unos contra los otros, hete aquí que, por entre la tierra de nadie que pronto estaría cubierta de heridos, moribundos y caballos agonizantes, se destacó un anciano, al que algunos llamaban Pedro el Ermitaño, alto y flaco, con luengas barbas flotando al viento, apoyado en un báculo de pastor. Abriendo los brazos como si quisiera abrazar a la humanidad, dijo en voz tonante dirigiéndose a las tropas que tenía a derecha e izquierda
—“Teneos, insensatos, hoy es el día menguado en el que muchas viudas han de llorar desconsoladas e innumerables jóvenes han de quedar huérfanos. ¿Y todo eso por qué? No es por unas tierras fértiles que podríais compartir unos y otros en santa armonía, sino por el empeño ciego de unos dioses que se pretenden exclusivos. Teneos, digo, y desoyendo las voces de esos dioses que os envían a combatir en su nombre, encomendadles a ellos la tarea de dirimir su supremacía a brazo partido en las altas esferas que dicen habitar. Que peleen entre sí haciendo estallar las nubes y os dejen a vosotros vivir en paz y concordia”.
Hicieronlo así las tropas, se juntaron en hermanado abrazo aquellos hombres a los que los dioses habían convertido en enemigos, y, a partir de aquel día, no hubo más guerras por causa de la religión.

 Y colorín colorado…



[1] El Profeta las recibió con la mano derecha, de ahí la distinción que, entre ambas manos se hace en el Islam.

jueves, 15 de noviembre de 2012

60.000 VISITAS Y LAS TERMOPILAS

Acabamos de pasar la línea de las 60.000 visitas cuando van a cumplirse un par de años desde que “debutamos” en la red este blog y un servidor, de la mano. Es una satisfacción, una satisfacción y un reto, porque cuando uno se acostumbra a esto de las estadísticas, “se pica” y las vigila estrechamente para que no dejen de subir, como si en ello nos fuera algo más que el prurito vanidoso del aprendiz de escritor. Lo cierto es que estoy muy satisfecho, y orgulloso de que tantas veces hayáis pasado por aquí interesándoos por algunas de las entradas que se me han ido ocurriendo.
No sé cuánto durará esto, ni si los tiempos de debacle en que nos encontramos inmersos (y que amenazan con ir a mayores) han de permitirnos seguir resollando con cierta libertad. Por lo que a mí respecta, tened la seguridad de que pienso mantenerme en la brecha hasta el último aliento, como aquellos chicos de las Termopilas.
Así es que muchas gracias a todos vosotros (que incluye, en castellano normal, a vosotras) y muy honrado si me seguís regalando con vuestra compañía.
Abrazos y besos a troche-moche.

martes, 13 de noviembre de 2012

A CASARSE TOCAN

Anda la Conferencia Episcopal y los miembros del sanedrín adyacente, revolucionados con el fallo del Tribunal Constitucional que, después de un parto como el de los montes, han dado a luz un ratoncillo en forma de libertad para que cada uno baje las escaleras como quiera y se case como le dé la gana, dentro del llamado matrimonio, que ahora es universal para heterosexuales, homosexuales y demás clases de tropa.
Y yo, que nunca he sido demasiado despejado para esto de las cuestiones sociales, me pregunto lleno de perplejidad que porras les importará a los que profesan una creencia determinada y enfocan su vida y los sacramentos subsiguientes a la mayor gloria del dios en que creen, lo que hagan los demás en el uso de la legitima libertad de que todos los miembros de la sociedad tenemos derecho a disfrutar.
El que crea en un determinado tipo de familia, pues que la adopte y santas pascuas, el que crea en otra, lo mismo, dentro de la legalidad vigente y constitucional que a todos nos ampara. El que quiera constituirse en réprobo, incurriendo en la ira divina del dios que corresponda, es algo que solo afecta a quien así opina y que ejerce su libertad soberana de creer en lo que quiera o no creer en nada.
No acabo de entender ese afán (desde cualquiera de las religiones detentadoras de la verdad que nos asedian por doquier) por uniformizarnos a todos en torno a unas creencias que, siendo válidas y respetables para los que las profesan, a muchos de los demás nos traen al fresco. Como no sea -me dice Pepito Grillo-, que, no estando demasiado seguros de sus asertos, confíen en que el número haga válida la teoría, como decía Ruyard Kipling que habia oído a los monos en la India: “somos muchos, todos decimos lo mismo, luego esa es la verdad”. Nuestros vecinos catalanes (ahora inmersos, por cierto, en tiempos de tribulación) han actualizado el dicho con la ocurrente formula com més serem més riurem (cuantos más seamos, más reiremos).

En medio de las calamidades que nos acechan por doquier, crisis, paro, desahucios, recesiones, primas de riesgo y no sé cuántas tétricas fantasmas más, tenemos por lo menos conquistada, con enormes dificultades, la libertad de conciencia y ahora –según el Tribunal Constitucional- la de que los que así lo deseen, puedan constituir un matrimonio con otras normas de las conocidas hasta el momento, con los derechos que la Constitución reconoce para todos los españoles, sea cualquiera su opción política, sexual o religiosa. El que no quiera casarse con un/a homosexual, que no se case y todos contentos. Puede que sea discutible la denominación; la forma y los derechos, no. Ahí no me meto, que son honduras para más preparados.
Así que, señores de la Conferencia Episcopal, que cada perrico se lama su p…, cada uno en su casa y con lo suyo haga lo que mejor le parezca, respetando siempre la libertad de los demás; a quien dios se la dé, san Pedro se la bendiga y cada mochuelo a su olivo, que bastantes profetas llevamos ya aguantados desde los tiempos de Cafarnaúm.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Presentación: Recuerdos del Sahra y otros relatos

 A todos los que me acompañasteis, muchas gracias, y a los que no pudisteis venir, tambien, sé que os hubiera gustado. Un abrazo para todos. Aqui os dejo las palabrejas que dije:

ME REPROCHA MI MUSA
 Me reprocha mi musa de cabecera, con su habitual proceder dulce y discreto, la vanidad de titularme escritor cuando la ocasión se presenta; y debo manifestar en mi descargo que igual que hubo grandes pintores que ennoblecieron el oficio como Velázquez o Goya (por no citar a tantos más de este y otros países), no por ello a los menores debe hurtárseles la misma denominación que a los principales y consagrados. Salvando las distancias, en su modestia y en su casa, cada hombre es rey de lo suyo; todos son pintores, si bien con notables diferencias de acierto y fortuna. La cual es tan caprichosa que maestros (como Van Gog) ha habido que no vendieron ni un solo de sus cuadros en vida y luego de muertos se les comenzó a apreciar y se pagaron por sus obras grandes fortunas.
Y digo esto porque en todos los oficios, y más en los de letras, hay muchas categorías; de manera que algunos se llaman poetas sin tener de ello más que la fiebre juvenil de los ripios por la que todos hemos pasado (sino que en su caso, jamás les fue curada por el natural paso del tiempo). A muchos de estos podrían aplicárseles los versos de Miguel Torga que tan acertadamente cita Angel Paniagua:
Esos que solo han conocido de las musas
la blanca vestidura y los cabellos
Otros –pocos-, sí se ganaron el título y la denominación de poetas a pulso y con ingenio: el tiempo y las gentes los colocaron para siempre en el alto lugar que les corresponde.
Lo mismo pasa con los escritores de prosa, que de ellos hay los reputados por sus obras y por el tiempo que los ha declarado inmortales, tanto en épocas pretéritas como en las presentes. Pero existen también los menores (entre los que me cuento), que en su modestia y sin querer establecer parangón alguno con los anteriores, disfrutan del arte de la escritura y aspiran, en el honesto ejercicio della a ocupar un lugar, aunque sea junto al escabel de los consagrados, de manera que algo de la gloria que les rezuma, venga a tocarles.
Todos los escritores, en su oficio, proceden de igual manera: colocan ordenadamente las letras formando palabras y estas componiendo frases para acabar construyendo la historia de que se trate. Pero ¡ay!, algunos, tocados por la vara alada de la fortuna la tienen de tal suerte que de sus plumas salen comedias sin cuento, narraciones fantásticas, iliadas y odiseas; amadises, buscones, quijotes, hamlets, rinconetes, gulliveres, montecristos o aurelianos que exigen, ya desde recién nacidos un lugar imperecedero en la historia universal. El resto, con paciencia digna de encomio, se conforma echando a andar por el mundo de lo literario los contrahechos engendros que la pluma no logró plasmar con el esbelto y fulgurante talle que concibiera la imaginación del autor.
Por eso, no es el principal objetivo del que escribe (que si no escritor, puede llamársele escribiente o escribano, por parecer estas denominaciones más modestas y de menor altura y presunción), obtener fama, y mucho menos fortuna, sino que el propio ejercicio de la escritura le produzca tantas satisfacciones con lo que, en sí mismo, se complete y realice.
Ítem más que algunos de los escritos que deje puedan servir para que aquellos a los que les lleguen conozcan algo más del que los ha dejado, e incluso aprendan alguna cosa de las que el amanuense, ya que no escritor, haya puesto sobre el papel.
*

Y por parecerme que viene a cuento, voy a relatar al paciente auditorio un sueño que tuve hace unos días: me vi ante la puerta que cierra el Universo; solo una astilla de luz pude apreciar por el hueco de la cerradura. La curiosidad me llevó a mirar por la rendija y vi el mundo de las vanidades lleno de escritores; en la parte más alta, como en un éter blanquecino, todos los genios de ese arte que en el mundo han sido se movían flotando con el índice de su mano diestra extendido, como si en otra Capilla Sixtina se encontraran, de manera que cada tanto, tocaban con otro del mismo oficio y las chispas de genialidad brotaban de sus dedos como fuegos de artificio. Más abajo, en un piélago semejante a pegajosa melaza se encontraba la miríada de escritores anodinos: jóvenes en busca del pelotazo editorial, vertedores de critica por doquier y resentidos de todos los calibres; jubilados decadentes empeñados en dejar recuerdo imperecedero de una vida que no interesa a nadie; periodistas hambreantes que aseguran tener decenas de magnificas obras en el cajón a la espera de editor…
En el fondo, un caldo negruzco y fétido bullía como gusanera de los escritores definitivamente fracasados, los refugiados en periodiquillos criticones y los asilados en programas de “realitis” que jamás saldrían de su estado de larva para pasar al de mariposa.
Desperté con la firme convicción de que jamás atravesaría aquella puerta.





viernes, 2 de noviembre de 2012

RECUERDOS DEL SAHARA Y OTROS RELATOS

Son tiempos de las primeras lluvias invernales, tifones americanos y mal tiempo en general. Se encienden las chimeneas, salen los chiquillos a las calles con la estúpida broma esa de “truco o trato”, la plaza de S. Pedro se llena de puestos de arrope, calabazate y pan de higo; se hace un esfuerzo por comprar las inevitables flores –este año a precios prohibitivos que se perdonan por que ayudan a la depauperada industria local-, aparecen algunas insólitas y peligrosas setas, casi siempre desconocidas por estas latitudes, y las gentes echan mano de abrigos, bufandas y sombreros.
Florecen en estos días, cual musgo en rincon abrigado, los escritores. Como si salieran de un letargo en el que han permanecido elucubrando historias durante los meses de buen tiempo, se apresuran a convocar al respetable a presentaciones de nuevas obras. Y el respetable, comprometido por el amistoso contubernio las más de las veces, se aflige anotando en su libreta, como en mayo se hace con las inevitables comuniones, evento tras evento al que acudir sin excusa plausible.
Los antiguos lectores, hemos mutado en escritores y, con poca o ninguna consideración, nos abalanzamos en busca de los pocos que de aquella condición sobreviven, atrayéndolos cual sirenas, a la costa (que pretendemos amorosa) de nuestras recientes publicaciones.
*
Amables seguidores de mi blog: habéis caído en las garras de uno de esa especie: el próximo miércoles, día 7 de Noviembre, a las ocho de la tarde, con permiso de la autoridad, si el tiempo no lo impide y los cuerpos resisten, os convoco a la presentación de “Recuerdos del Sahara y otros relatos” en el Real Casino de Murcia. Vosotros veréis.
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