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martes, 11 de diciembre de 2012

PAPAS Y POLITICOS

Venía Fernández presumiendo de su vasta cultura autodidacta, y nos contaba su reciente lectura de los seis tomos que constituyen la saga de “Los reyes malditos” de Marcel Druon. (¡Con razón hace un par de semanas que se le echaba de menos en la tertulia!).
—Se pueden encontrar muchas cosas interesantes en esa colección de libros que cubren una época fascinante de la historia de Francia, entre los años 1285 a 1318, y unos personajes también fuera de lo habitual: el rey Felipe el hermoso, descendiente del cruzado Luis IX el santo; sus hijos y sucesores, Luis y Felipe; la malvada gigantona Malhaut d’Artois y su perverso sobrino Roberto; el tierno protagonista veneciano Guccio y su amada María; el final de los templarios a manos del rey, ávido de sus riquezas, etc.
(Aún no he descubierto -pensé yo- ninguna época de la historia que no esté trufada de hechos y personajes interesantes).
—Hay, en la obra, un relato que me parece de especial aplicación a los tiempos que corren; os lo contaré lo más resumido que pueda: resulta que a la muerte del papa Clemente V, con los líos que había entre el papado y el rey de Francia, los cardenales no se ponían de acuerdo sobre quien escoger para sucederle, si uno francés, uno italiano, si de los Orsini o de los Colonna … en fin, un guirigay del demonio (nunca mejor dicho, que éste, según parece, mete el rabo por donde puede). A la vista del asunto, que prometía convertirse en el cuento de nunca acabar, el regente en aquel momento, Felipe de Poitiers, decidió encerrar a los veinticuatro cardenales papables, junto con sus más fieles acólitos y servidores, en la iglesia de los jacobinos de Lyon, a la que para mayor inri amenazó con quitar la techumbre, no se sabe si con la aviesa intención de que los accidentes climáticos aceleraran el complicado proceso o para facilitar que el Espíritu Santo hiciera llegar por vía directa sus sabias indicaciones a los renuentes padres de la iglesia. Sea como fuere, la medida obtuvo el resultado apetecido y un mes largo después, no sin las habituales artimañas, salió elegido Jacobo Duzé, el cardenal francés que dirigiría la iglesia bajo el nombre de Juan XXII durante dieciocho años a pesar de que el colegio cardenalicio lo había escogido, como mal menor, confiando en que su mala salud (fingida, claro) lo mantuviera poco tiempo en el poder.
Y me sugirió la interesante lectura de este episodio, que si hiciéramos algo parecido con nuestros políticos, a los que pedimos de forma reiterativa que alcancen consensos, al menos en asuntos de importancia, a lo mejor lográbamos que se pusieran de acuerdo como les exigimos desde uno y otro bando.
Imaginemos, por un momento, que encerramos a los presidentes de los grandes (y pequeños) partidos en un campo de futbol, a la intemperie, sin más comida que unas hogazas de pan y unos litros de agua (mineral, eso sí) junto con sus inmediatos acólitos y pelotillas de primero y segundo nivel, con la amenaza no negociable de que no serán liberados hasta alcanzar pactos estables en una serie de cuestiones de interés nacional. Estoy seguro de que sus señorías no resistirían mas allá de los días necesarios para que sus barbas sin afeitar sombrearan de gris los adustos rostros, las chaquetas precisaran de urgente tintorería y las corbatas de seda se convirtieran en pingajos solo útiles para saltar a la comba convenientemente anudadas de dos en dos.
Es una idea que brindo desinteresadamente a los votantes en los que, según la teoría democrática, reside la soberanía de la Nación.
—Desde luego, Fernández, no sé que es más peligroso, si la ignorancia bienintencionada de que siempre has hecho gala o estas peregrinas ideas que te asaltan desde que has decidido ilustrarte a salto de mata.
—Ya me advirtieron mis buenos mentores que la cultura comporta numerosos riesgos…



15 comentarios:

  1. Los políticos, ya se sabe, cuando no mandan ellos su lema es "Cuanto peor, mejor".
    Este Fernández cada día está más lúcido. Adviértele de mi parte que si sigue pensando tanto le dolerá la cabeza.

    Un abrazo, maestro.

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  2. La idea de Fernández no me parece trasplantable a nuestro país porque, como era de esperar en el caso que leyó, el francés salió elegido por estar las cartas marcadas. Aquí y ahora no estilamos esas marrullerías.
    Besos así de grandes.

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    1. Desde luego, aqui semos gente seria. Así nos va. El pobre Fernandez va de Herodes a Pilatos (cosa propia de estas fechas) sin saber muy bien a que carta quedarse, como no sea la de los Reyes Magos de Almería.

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  3. Me encanta esa idea ,aunque no se si de todas maneras llegarian a un acuerdo ,igual prefieren morir.....pero bueno así se pondrian otros por lo menos......

    Me lei toda la Saga de Reyes malditos de Francia ,me gustó mucho y sobre todo me interesó.La historia es una de mis aficiones.

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    1. Pues no es mala afición, Berenguela, así por lo menos se entera uno (mas o menos) de donde venimos. A donde vamos, ya es otra cosa. Bienvenida y un abrazo.

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  4. ¡Pero Fernández, si me paece a mi que ya van comencipriao con tu prepuesta! ¿No van tirao las colañas der miciclo ande s'echan una siestica tos? Me paece que sí, que abora se arrejuntan tirándose al galillo unos correntales que pagamos tos nusotros... ¿No t'enrecuerdas que los churubitos der desgobierno deciban que teniban que arreglar las tejas y no dejaban hacer una turné por las poltronas de piel de acémila que pagamos tos a toa la gente qu'estaba afuera er día de la Contitución? Pos eso, que t'han echao delante la panda der 15M, Fernández. ¡Que paece que lo van a surtituir por otro miciclo que no tenga bares ni tapas...! De toas maneras era una muncho buena pensaera, Fernández. Si no rematan de tirar colañas y tejas nos vamos con el carro bien cargao de chirizos pa los Madriles a echar una mano.

    Un juerte repullo der Antoñico, er Bamboso, Fernández.

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    1. Distinguido pollo: tomo la pluma en lugar de nuestro común amigo Fernandez, que se encuentra reponiendose del ataque de risa producido por tu comentario. Se le saltó una presilla del braguero y le hizo un trenque en el pescuezo que le han tenido que dar tres puntos de cruz. A ver si el miercoles vienes con menos precipitaciones. Un abrazo.

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  5. Muy condescendiente te veo encerrándolos en un campo de fútbol. Yo los llevaba a algún sitio más lúgubre, para que escarmentaran los muy mentecatos, merluzos, chupópteros, meapilas, aprovechados y personajillos sin conciencia, clase ni norte.
    Abrazos para ti, lúcido Mariano. También para Fernández.

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    1. Ya sabes que soy de natural benevolente y no me gusta cargar las tintas. Mi primera intencion era meterlos en un foso de cocodrilos, pero luego pensé en los pobres animalicos y se me ablandaron las meninges. Cuenta de tus exitos, que estamos impacientes. Un abrazo.

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  6. La idea del señor Fernández sería inútil, como bien se trasluce de la historia contada, la solución nefasta. Creo que el problema de esta España nuestra no se arregla encerrándolos en un campo de futbol, habría que ser algo más contundentes y encerrarlos de a uno, al mismo tiempo que se les hacía devolver lo sustraído, como esos niños traviesos cuando salian en grupo y pasaban por las tiendas del vecindario, algo así, pero a lo grande, vamos.

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    1. Te digo lo mismo que a Isabel, habia pensado proponer que los echaran a todos a los cocodrilos, pero tampoco los animalicos tienen culpa alguna. Un abrazo, guapa.

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  7. Por una vez, digo yo, el ejemplo de aconclavarse al estilo cardenalicio, bien pudiera venirle a los políticos.

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    1. No concibas esperanzas, Juan, estos no aprenden ni a palos. Y para evitarse problemas, procuran no leer ni los anuncios. Un abrazo

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