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lunes, 25 de noviembre de 2013

VALLAS Y CUCHILLAS

 Tuve la fortuna en mis tiempos universitarios de disfrutar el magisterio de estupendos profesores, algunos, excelentes prehistoriadores. Ellos me enseñaron que, hace unos cuantos años la nuestra convivió con otra especie, a la que tiempo después llamamos Neandertales, durante un periodo de diez mil años, mes arriba o abajo. Ya entonces descubrimos que dos eran demasiadas especies para repartirse el mundo-aunque a la sazón era infinito-, de modo que en la pugna por el territorio una de las dos había de sucumbir. Y les tocó a ellos.
De los pocos millares de individuos que sobrevivieron de nuestra especie –Homo Sapiens Sapiens, también llamados Cromañones y de otras variadas maneras- hemos pasado a ser unos diez mil millones, con la estremecedora perspectiva de que somos capaces de duplicar esa cifra cada veinticinco años, mes arriba o abajo. El problema es que la tierra no se estira en la misma medida que las poblaciones crecen, de forma que lo que en principio fuera un planeta deshabitado como el del Pequeño Príncipe, amenaza con convertirse en una superficie alicatada por los edificios y en un mar agostado por la pesca intensiva.
A falta de Neandertales a los que disputar el espacio, ahora nos lo disputamos entre miembros de nuestra especie, haciendo distinción entre blancos, rojos, amarillos o negros. Unos, más afortunados, ocupamos las parcelas fértiles mientras otros se vieron relegados a los desiertos, a las tierras nevadas o a los territorios yermos. Los más desfavorecidos no se resignan a su suerte y quieren compartir nuestras parcelas abundosas. Solución: levantar barreras que impidan tal subversión del orden establecido durante miles de años a base de garrotazo y tente tieso.
Esta medida, que se viene empleando desde tiempos inmemoriales por todas las civilizaciones (recuérdense las enormes murallas erigidas a lo largo de la historia: la china, la marroco-saharaui, la americo-mexicana, etc. -Ver un excelente articulo al respecto del blog “Dactiloteca” http://elbamboso.blogspot.com.es/2013/05/la-caridad-humilla.html), alcanza hoy el virtuosismo de la erigida en la ciudad de Melilla. Tiene por objeto impedir la entrada a los subsaharianos ansiosos por disfrutar de la prosperidad que los encantadores de serpientes les han dicho que existe entre nosotros. Son gentes que solo pueden perder la vida en el intento y la suya apenas tiene valor. Desde luego, no el mismo que la de cualquier individuo del “primer mundo”.
El debate, ahora es si ponemos o no cuchillas en las que puedan dejarse las carnes a tiras si siguen empecinados en su intento; o si dejamos la valla tal como está, de modo que en los asaltos no se produzcan heridas demasiado sangrientas. Así no costará mucho repararlos antes de devolverlos al Teneré donde pueden morir tranquilamente, lejos de miradas importunas.
Soluciones de mayor calado resultarían complicadas para el sistema capitalista en que vivimos y nadie está dispuesto a plantearlas. Estamos demasiado ocupados en mirarnos el ombligo por si hemos engordado en exceso los últimos días para ocuparnos de unos pocos negros desesperados por llevarse algo a la boca.
No es asunto nuestro.

Este artículo se publicó en Vegamediapress el 15.11.2013


viernes, 15 de noviembre de 2013

AEROPUERTOS


A ver si nos aclaramos con el Aeropuerto de Corvera, porque el asunto me está haciendo sospechar que soy más tonto de lo que venía admitiendo hasta ahora.
En un periódico de 1935, que el Sr. Valcárcel, -bien conocido por sus dotes de politólogo- mostró en días pasados a los miembros de la Asamblea Regional, se hablaba de instalar un aeropuerto en las cercanías de Corvera. Habrá que suponer, dado el escaso desarrollo de la aviación civil por aquellas épocas que el asunto se trataba de la misma forma con que Julio Verne hablaba de los viajes a la luna.
Sea como fuere, al amparo de los militares de San Javier que eran los únicos, -además de las gaviotas-, capaces de levantar el vuelo por entonces, el 20 de julio de 1964 se abrió al tráfico civil el Aeropuerto de San Javier. Como la gran mayoría de murcianos sabemos por haber hecho uso de sus servicios en alguna ocasión, era un aeropuerto de bolsillo, modesto como correspondía a nuestras necesidades y posibilidades, pero eficaz y rentable, una especie de “aeropuerto de cercanías”. Para empresas más ambiciosas, teníamos casi a igual distancia y mejor comunicación el de Alicante. Antes de que el fraccionamiento regional se pusiera en marcha, no recuerdo que nadie se sintiera disminuido en su orgullo autonómico por tener que ir a embarcar a la comunidad vecina. Aquello de “Murcia sur”, que decía la propaganda de los operadores, era una tontuna como tantas otras y, a mi modesto entender, la misma categoría imprime el haber nacido en Murcia que en Alicante o en Argamasilla de Alba. Lo que siempre echamos de menos es que nuestros dirigentes hubieran tenido la “pesquis” de organizar un buen servicio de lanzaderas que hicieran los viajes al Altet menos penosos. Con muy pocas perras hubiéramos tenido a mano un aeropuerto de primera. Y no me consta que a nadie le pregunten en Alicante a qué Comunidad Autónoma pertenece antes de embarcar.
Pero llegaron las vacas gordas y al socaire de la burbuja, los ladrillos y el afán megalómano de algunos malos políticos, cada alcalde de pueblo quiso tener su aeropuerto. Y Murcia no fue una excepción. Al tiempo que se ampliaba de forma desmedida el de Alicante esperando llegar a los tres millones de visitantes, se proyectó el de Corvera mientras se duplicaba el de San Javier. Tres aeropuertos en un radio de 40 Km.
Naturalmente, el disparate dio sus frutos emponzoñados. Ahora nos encontramos un aeropuerto en San Javier con dos pistas y unas magnificas instalaciones que incluyen una moderna torre de control, valorado todo ello en unos 60 millones de euros, un aeropuerto en Corvera -terminado y sin que se sepa muy bien a quien pertenece por el momento-, que tiene todo el aspecto de ser deficitario para siempre aún en el caso de que San Javier cierre. Y el de Alicante que, a un tiro de piedra, sigue ofreciendo una enorme panoplia de vuelos internacionales.
¿Cuál es la solución para Corvera? ¿De donde van a salir los dos millones de pasajeros al año que se preveían? ¿Es que va a cerrar también Alicante al tiempo que San Javier? Según todas las promesas, Corvera debería estar ya abierto, pero ¿Cuándo será ese día?
El tiempo lo dirá. Voy a hacer un esfuerzo por llegar a verlo, pero no tengo mucha esperanza, la verdad.

Este artículo se publicó en Vegamediapress el 06.11.2013


sábado, 9 de noviembre de 2013

LA TINAJA, DE VUELTA


Han pasado unos meses desde que la tinaja partiera con rumbo ignoto. Arrostró temporales y galernas, subió montañas y recorrió valles, cruzó ríos y se detuvo al borde de mares lejanos, espoleada siempre por el ansia de lo desconocido. Se amadrinó con otras gentes y otras artes, aprendió de todos de todos ellos y se hizo un poco más adulta sin abandonar al niño que nunca terminó de crecer en su interior. Acabó por regresar a los orígenes, quien sabe si más cargada de sabiduría o de desencanto, que no siempre contemplar a la humanidad de cerca resulta satisfactorio.
Durante ese tiempo pleno, me ha parecido de ley dar un respiro a mis abnegados lectores, que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y mis páginas, si atendiéramos a su calidad, habrían de ser más discretas en el número. Quizás también en el contenido, dice el Pepito Grillo que llevo escondido tras la oreja. (Ne quid nimis, recomendaban los antiguos).
Algunos de mis amigos, guiados más por su bondadoso corazón que por mis méritos, me animan a continuar en el tajo. Y no puedo defraudarlos, su opinión es demasiado importante para mí, son mi única riqueza. Así es que aquí estamos de nuevo, con otra temporada al lomo, lo que no sé es si este ha sido positivo para el incremento de mi sabiduría que, según el vulgo, se adquiere mediante el simple trascurso del tiempo. Tengo serias dudas al respecto.
Vaya, para todos los que pasáis por aquí, mi agradecimiento. Y a los que pueda molestar alguna de mis opiniones (que no siempre son prudentes),  mis excusas y mi sincera contrición. Admito, anhelo, algún comentario que me reconduzca a la realidad que a veces puedo apreciar distorsionada.

Bienvenidos de nuevo y un abrazo para todos y cada uno de vosotros, amigos.
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