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miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿PARTIDOS GANADORES?

Juan de la Cirila apareció en la tertulia con una sonrisa de oreja a oreja. Nos miraba por encima de la tostada y se le adivinaban las ganas de entrar en materia. Aún con la boca llena, no se pudo contener.
—Hemos ganado todos, ¿no?
—No empieces picando el billete, que el asunto está bastante complicado para coñas, replica el Cacaseno.
—De complicado, nada, el PP ha sacado mayoría en casi toda España, por lo tanto debe gobernar. Más claro, el agua.
—Eso si encuentra con quién, de momento, nastis de plastis. Como negociador, Rajoy un cero a la izquierda, ya se ha visto con Cataluña. Y lo del gran pacto de gobierno con el PSOE, imposible, tercia Fernández.
—No os equivoquéis, en política no hay nada imposible. Cosas más gordas se han visto.
—El PSOE está bajo mínimos, pero no creo que llegue a esos extremos. Entonces sí que se hunde del todo.
—No me jodas, Cacaseno, ¿es que no sabes que son capaces de llegar a donde sea? Han perdido 20 escaños y un millón y medio de votos, y ahí los tienes, mirando para otro lado y diciendo que son la segunda fuerza política, como si el descalabro no fuera con ellos. Y a nivel regional, no te digo nada, el González poniendo paños calientes y la senadora en Madrid, buscándose el futuro junto al líder. Dice su papa, con toda la cara, que ‘el futuro es nuestro’. ¡Olé mis lerenles!, eso se llama visión de futuro.
—¡Pues anda que tu jefe!, a ese sí que no lo echan ni con agua caliente. El otro día dijo que lleva treinta años en política, como si eso fuera un mérito y no la mayor perversión del sistema. ¡Ejemplo tenían que tomar del Mújica! A la política deben ir los ciudadanos corrientes, dedicarle cuatro, u ocho años como máximo, y luego volverse a su casa, a seguir con su trabajo.
—Si lo tienen, porque el tuyo bien que ha enchufado a la hija para que haga carrera, recién salida de la universidad; no tires piedras p’arriba, Cacaseno, que tenemos el techo de cristal.
—En eso no estoy de acuerdo, no me guastan los enchufes, ya lo sabes, aunque en tu partido también abundan ‘los profesionales’ que no saben hacer otra cosa que doblar el espinazo. Entran en las Juventudes o en lo que sea, van subiendo a base de lametones, y a vivir del momio el resto de sus días, a lo que mande el partido, que es el que paga. Una vez hechos ‘políticos, no hay quien los descabalgue. Creo que nos toman el pelo, unos y otros.
—Pues no sé que nos queda, porque del de la coleta no me fío.
—Ni yo del Rivera.
—De los pequeños, ni te digo, con la ley D’ONT ya se han ocupado los grandes de laminarlos. Ni siquiera esa alternativa nos han dejado. Otra perversión del sistema.
—Por lo menos, a nivel regional ya se ha hecho la circunscripción única, aunque haya sido a rastras.
—Me veo en otras elecciones, aunque sea un disparate y cueste una porrá de billetes, dicen que 160 millones de euros.
—¡No tientes al demonio!




domingo, 20 de diciembre de 2015

PÁPA QUIERO SER POLÍTICO

Aclaración: no creo que todos los políticos sean como el padre de Arturito. Son, a mi parecer, los menos, pero hacen mucho más ruido que los otros.
—Y tu de mayor ¿Qué quieres ser, Arturito?
—Pues yo, bombero
—No digas tonterías, ¿como va a ser bombero el hijo del Teniente de Alcalde?
—Pues entonces, futbolista
—Pero que futbolista ni futbolista, si eres más torpe que un pato mareado.
—Entonces no sé…
—Yo te lo diré, tú vas a ser político, como tu padre. Mira como vivimos desde que entré en política. Y tú tienes muchas más ventajas que yo. Si mi padre me hubiera encaminado de pequeño, no te digo nada donde estaría ahora.
—¿Y qué hay que hacer para ser político, pápa?
—Pues lo primero, apuntarte al partido, al bueno, al de los que mandan. Eso ya lo hice yo por ti cuando naciste, luego seguir al líder ciegamente y vigilar de cerca por si le ha caído algo de caspa en la chaqueta para sacudírsela de inmediato. Al líder le gustan esas cosas.
—No parece demasiado difícil.
—No te creas, tiene su parte ardua, para superarla es preciso acostumbrase a comer sapos.
—¡Puaj! que asco
—Es cuestión de estomago, eso si que es importante. Un buen estomago es fundamental para ejercer en política. Cuando te acostumbres a tragarte un par de sapos todos los días, nada de lo que te digan (y te pueden decir mucho), será capaz de alterarte, podrás pasearte con la cabeza alta y la sonrisa ancha sin que nada sea capaz de sacarte de tus casillas.
—¿Y además de los sapos, pápa?
—No te preocupes, yo te dejaré bien colocado. Solo tienes que aprender a hacer el egipcio, el resto es cosa de promotores y conseguidores que se ocuparan de que siempre tengas el cazo repleto. Cuando los periodistas o los de la oposición te pregunten, contestas lo que te dé la gana, tú a decir insulseces y a echarle cara al asunto.
—¿Y si me pillan en algún renuncio? He oído que a algunos los detienen y los procesan.
—No hay problema, para eso está el aparato, la justicia –la nuestra- se puede dilatar sine die, o nos cargamos a los jueces por prevaricadores. Y en último extremo, están los indultos; lo que si es importante, fundamental diría yo, es que aprendas el arte del eufemismo.
—¿Acualo es eso?
—Pues no nombrar jamás a las cosas por su nombre
—Eso no lo entiendo
—Es como no decir nunca culo sino pompis, al paro se le llama expectativa de empleo para fecha indeterminada, a los despidos fraudulentos alejamientos del centro de trabajo en diferido y simulado, a la subida de impuestos reorganización de los valores impositivos, y así todo. No tienes más que leer los periódicos de los que podrás extraer sabias enseñanzas. Todo el saber político que te es necesario, se encuentra en ellos y en las tertulias de la TV. ¿Lo vas pillando? Con estas sencillas indicaciones, vivirás como los ángeles.
—¡Pápa, yo quiero ser político!

—¡Ese es mi nene, angélico!

martes, 15 de diciembre de 2015

SEÑOR PRESIDENTE (XVIII): Ganador del debate.

Debo felicitarle, señor presidente, por su magnífica actuación en el único debate al que se ha prestado, dejando claro a los otros opositores –representantes de ‘partidos emergentes’- que no merecen que alterne con ellos. En este, puso usted toda la carne en el asador, mostrándose a la altura que sus incondicionales esperamos: educado, serio, responsable, tradicional, contestando a las añagazas malintencionadas de su contrincante con la fría y eficaz argumentación de los números, que constituyen una realidad incontrovertible.
Al mal gusto manifiesto del señor Sánchez, recordándole una y otra vez los casos de corrupción de su partido, y las chapuzas de la caja B de las que pretenden hacerlo beneficiario, tuvo la serenidad de tirar tantas pelotas fuera como resultara necesario, sin descomponer el gesto ni mostrar más irritación que la humanamente comprensible. Y añadir, con la mayor naturalidad, que ha salvado el sector bancario que los anteriores dejaron al borde de la bancarrota. ¡Chúpate esa, Sánchez!
Como era previsible, el debate se convirtió en un diálogo de sordos en el que los argumentos se disparaban como pelotas de tenis y eran devueltos con la misma maña. ‘Y tu más’, ’pues anda que tu’. Ya sabemos que estos debates solo sirven para eso. ¡Qué razón tiene cuando habla desde detrás de la pantalla de plasma! Se ahorra usted muchos disgustos y nos los ahorra a sus fieles electores.
Lo que no estuvo bien por parte del señor Sánchez (que, por cierto, le puso a usted un cuerpo de ‘señor Rajoy’ que no se podía aguantar) es la manifestación acerca de su honradez. Hizo usted muy bien en llamarle mezquino y todas las demás cosas, corto se quedó. El que su tesorero se haya llevado el dinero a manos llenas, que Rato y el resto de la cuadrilla hayan dejado el país hecho un solar, que la señora Cospedal nos tome el pelo con los ‘despidos en diferido’, no es culpa suya, usted no puede estar en todo, bastante tiene con ir poniendo parches a los desastres heredados de Zapatero, e ir recortando aquí y allá para que el país siga funcionando y la banca obtenga los beneficios a que tiene derecho cualquier empresa. El que los pobres sean cada vez más, y más pobres, o que los dependientes se mueran antes de que les llegue la prestación, es cosa de ellos, ¡a ver si de eso va a tener usted también la culpa!
Creo que fue usted el autentico ganador del debate, se le notó más rejuvenecido, a pesar de las barbas que los disgustos le han blanqueado. No así el pelo que, afortunadamente conserva el color de sus años mozos, y con ganas de dar todavía mucha guerra.
Cuente con sus incondicionales de siempre, con los muchos estómagos agradecidos que a lo largo de estas legislaturas ha propiciado, y con los no pocos que esperamos obtener alguna migaja, desprendida de la opulenta mesa de los poderosos, que en este país son los de siempre, pero más ricos gracias a su audaz política.

Cuente, como siempre, señor presidente, con su incondicional amigo. 

LOS PEQUEÑOS OBJETOS


Siempre hay una piedra quieta en el camino
esperando la patada de un niño
para que la mueva a otro lugar,
no muy distante, pero distinto
al que estaba acostumbrándose.

Purificación Gil Fernández

No conocí a ninguno de mis abuelos. En aquella época de posguerra era habitual. Se los llevaban a edad temprana los avatares de la contienda, las penurias posteriores o la simple precariedad de la vida cuya media era notablemente inferior a la de nuestros días.
De mis dos abuelos varones pocas cosas me quedaron, además de los recuerdos cazados subrepticiamente en las conversaciones de mayores (entonces se hablaba poco y con discreción de una época que todos tenían prisa por olvidar). Solo pude recoger algunos objetos que me han acompañado a lo largo de los años: del uno el capote de caza con que arrebujarme en los puestos de perdiz de la finca que nos legó, un bastón de espino con sus iniciales grabadas a navaja y las obras completas de Sir Arthur Conan Doyle encuadernadas primorosamente, con sus iniciales en el lomo, a partir de los folletones semanales de literatura de cordel.
Del otro abuelo, unas antiparras de cristales redondos, frágiles, de miope extremo; un arco de violín desvencijado de crines sueltas hermano de una caja de colofonia ya en las últimas, y varios lápices de puntas enfrentadas, una roja y otra azul, con los que anotaba los márgenes de sus partituras.
Son objetos entrañables que me han ligado de forma imaginaria con mis ancestros, a través de los cuales he reconstruido sus figuras, y desarrollado algunas aficiones que me han acompañado hasta hoy: con Sherlok Holmes me entrené en la lectura, un hábito que me ha proporcionado innumerables satisfacciones. El gusto por las aventuras montaraces de ese abuelo acabó cuando descubrí que yo era incapaz de acertarle, con un arma, a una tapia aunque estuviera situada a un metro de distancia; que del campo únicamente me interesaba lo bucólico y solitario que resulta en ocasiones; de las jornadas campesinas, solo recuerdo con agrado las exquisitas gachasmigas, imprescindibles en las partidas de caza.
Del abuelo violinista heredé, con el arco de crines al viento, el gusto por la música, el afán de las anotaciones minuciosas, la admiración por las coristas y algún resto de sensibilidad para el trato con mis semejantes.
*
En nuestros días nada permanece ni se trasmite, todo se adquiere ex novo y a ser posible de un solo uso, como los pañuelos de papel que han sustituido a aquellos llenos de personalidad, de arabescas iniciales bordadas, que se hundían en la calidez de la entrepierna después de la mocarrada. Como si los pequeños objetos, ‘las pequeñas cosas’ que decía Serrat, hayan perdido su significado, se hayan vuelto irrelevantes y a nadie interesen. Se ha perdido el interés por la relación con el pasado, que se evita como algo nefasto. Los recuerdos de los abuelos se relegan a algún rincón olvidado, cuando no se hace de ellos almoneda en un presuroso cambio de domicilio. Han pasado a ser irrelevantes, como la piedra que el niño golpea con su bota desdentada en el hermoso poema de Purificación Gil que encabeza estas líneas.
Me temo que ninguno de mis descendientes de segunda generación sienta el menor interés por cualquiera de los pequeños objetos míos que les puedan llegar a las manos. Quizás porque las condiciones de vida de que disfrutamos nos han permitido mantener el contacto durante un tiempo suficiente, y ello hace innecesario el culto de esas pequeñas cosas imperecederas que se conservan como reliquias, a través de las cuales nos veíamos obligados a reconstruir la personalidad de nuestros antepasados.

Las piedras quietas del camino se han vuelto invisibles y ya nadie las golpeará.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

MOLIÈRE Y OTRAS CONSIDERACIONES


Hay en El Siscar un pequeño teatro (unas 300 localidades), en el que un grupo de esforzados actores, nos regala periódicamente con obras de reconocido prestigio. Hace poco asistí a una excelente representación del 'Enfermo imaginario' que me pareció digna de encomio. Tiene mucho merito que un grupo de aficionados dedique su tiempo, y a veces su peculio, a hacer llegar la cultura al pueblo, en esta época desamparada de tantas cosas; de ilustración, entre otras. Los poderes locales, seguramente afanados en obras de mayor rédito electoral, o temerosos de que la cultura afecte a la docilidad de sus gobernados, han dedicado poco esfuerzo a la difusión del conocimiento, más allá de las procesiones cameras, los moros y cristianos, o los desfiles borracheros so capa de tradición huertana ancestral.
Por eso, asistir en el recoleto ambiente de un teatro de pueblo a una obra de Jean–Baptiste Poquelín, más conocido como Molière, llenó mi corazón de renovada esperanza en el género humano. Y recordé que, según cuentan, el mismísimo Moliere, había hecho el papel protagonista durante las últimas representaciones de su comedia. Digo últimas porque, quizás demasiado imbuido en su papel, murió después de la cuarta, en la que sufrió una aparatosa hemoptisis. Así perdimos, con solo cincuenta años, a un genio cuyo objetivo principal era ‘hacer reír a la gente honrada’.
Eso no fue una anécdota, sino una desgracia que nos privó de no se sabe cuántas obras más de su fecundo y critico ingenio. Anécdota es que, en aquella malhadada ocasión, vistiera una túnica de color amarillo, lo que vino a contaminar aquel color de mal fario entre las gentes de teatro. Mal fario que ha perdurado hasta nuestros días.
Deseé al director de la obra 'mucha mierda' y a mi esposa, sorprendida por la expresión, debí explicarle que, lejos de suponer una grosería, el dicho auguraba concurrencia y éxito, recordando a los caballeros que asistían a las obras de los corrales de comedias desde sus monturas. La cantidad de mierda (que sin perdón así se llama), depositada por las caballerías en su paciente espera,  constituía barómetro fiel del éxito obtenido por la representación.

Seguro que lo entendió así Antonio Gil Sanchez, flamante director de la obra y enfermo imaginario por unas horas, al que deseo, lejos de la experiencia amarillenta de Moliere, un número de representaciones infinito con igual éxito.

martes, 1 de diciembre de 2015

SEÑOR PRESIDENTE (XVII). Cuente con mi voto.



Me impulsa a reanudar el intercambio epistolar, interrumpido en los últimos tiempos, el firme convencimiento de lo mucho que aprecia mis comunicados. Sospecho que, en más de una ocasión, le han servido de reflexión y apoyo, para la toma de sus siempre ágiles decisiones.
Quiero en esta ocasión darle ánimos ante la virulenta campaña electoral en que se encuentra inmerso, y felicitarle por la audaz decisión de no comparecer a debate alguno, por más que los devotos seguidores nos perdamos su aguerrida imagen cargando contra los enemigos del sistema como un Quijano redivivo.
Tenemos, por suerte, sus apariciones en medios diversos, comentando partidos de futbol, y sacudiendo collejas a su díscolo infante. Esperamos, alborozados, algunas más de semejante estilo. Eso basta a sus incondicionales para mantenernos irreductiblemente unidos a su estela.
Dicen las malas lenguas que su futuro político es incierto, que de Santa Pola llegan cantos insistentes de sirena, que su programa político de cara al nuevo periodo no contempla medida alguna anticorrupción, que no pueden olvidar su permanente huida de los medios, sus apariciones en forma de holograma y la dejadez en afrontar los problemas que mejora en tercio y quinto la atribuida a Felipe II.

No se inquiete, los que le hemos votado toda la vida pensamos seguir haciéndolo. En nada nos afectan sus escasas, aunque desastrosas actuaciones, su falta de dotación a la ley de dependencia, para que el problema se solucione por sí mismo. Ni que, bajo su égida este país haya entrado en una espiral de corrupción repugnante encabezada por su partido. Hasta los más sospechosos, merecen de su magnanimidad palabras de apoyo. Recuerdo, enternecido, aquel: ‘Luisito, se fuerte’ antes de su despido en diferido. Estamos convencidos de que, como nos ha dicho con claridad meridiana, ‘Ha sido muy duro con la corrupción’.
Los otros, han tenido más o menos, los mismos casos y de la misma o superior gravedad, y sin embargo ahí están, los ERES andaluces y los pujoles catalanes, maltrechos pero vivos. Solo los ‘emergentes’ aparecen sin mácula, y eso porque aún no han tocado poder, cuando lo toquen, ya veremos. Debemos acostumbrarnos a la corrupción como un mal inevitable. Es cuestión de echarle encima la tierra necesaria.
Usted tiene tablas suficientes para seguir convenciendo al paisanaje para que lo vote como hasta ahora, hay mucho crédulo y mucho desmemoriado. Es cuestión de prometer, como siempre: ‘bajaremos los impuestos, crearemos nosecuantos mil puestos de trabajo, mejoraremos la sanidad, la educación y el sumsun corda, haremos efectiva la separación de poderes, traeremos a los catalanes a camino a base de dialogo…’, etc. El pueblo es acomodaticio y fácil.
Cuente con mi voto.




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